
Dice Borges. “Siempre he tenido una admiración especial por Cristo. Creo que es un pilar de la historia del mundo y que lo seguirá siendo, quizás inclusive más en el futuro. Sin embargo creo que hay algo que le sobra a Cristo. O que le falta, y que no lo hace lo simpático que fuera de desear. Por ejemplo, a mi me parece que Sócrates es más simpático. Y Buda también. En Cristo hay algo como de político que no acaba de convencer. Inclusive, por momentos me parece hasta demagógico. Por ejemplo, aquello de que los últimos serán los primeros. ¿Por qué? ¿Por qué? Es injusta esta aseveración. Es absurda. O aquello de que los pobres de espíritu heredarán el Reino de los Cielos. ¿Por qué? No lo entiendo. Y menos entiendo esa idea miserable de que los ricos no entrarán al Reino de los Cielos porque aquí, en la tierra, ya recibieron su recompensa. Si el Reino de los Cielos es eterno ¿Cómo puede compararse a unos cuantos años de supuesta felicidad aquí en la tierra? Lo Eterno no tiene derecho a competir con lo temporal. Es injusto lo de la condenación eterna. Yo no puedo creer en dolores que se prolonguen más allá de nuestra estancia en la tierra, ya que es de por sí bastante dolorosa”.